“Dracula” parte de una idea mínima que Kevin Parker expandió hasta convertirla en una pieza pop nocturna con un pulso de club. La canción mezcla ritmos pulsantes, capas psicodélicas y atmósferas profundas: una versión más oscura y bailable del sello sonoro de Tame Impala.
El video que acompaña “Dracula”, dirigido por Julian Klincewicz, sitúa la canción en un ambiente nocturno entre mundos rave y paisajes del outback australiano. La estética visual refuerza la inspiración del álbum, que Parker describe como influido por la cultura de raves australianas y festivales bush doof.
Con este lanzamiento, Tame Impala suma tres caras del mismo relato: desde el groove ácido de “End of Summer”, pasando por la introspección de “Loser”, hasta la intensidad sombría de “Dracula”. Deadbeat se perfila como un disco que busca ser coherente y diverso al mismo tiempo, un paso audaz hacia nuevos territorios sonoros.
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