El evento comenzó de forma inesperada: un pianista instalado en medio de la plaza inició la icónica introducción de la canción. Poco a poco, se fueron sumando guitarristas, bajistas, bateristas y un coro improvisado que recreó cada sección de la pieza, desde las armonías operísticas hasta el explosivo cierre de rock.
El público no tardó en unirse, coreando la letra y grabando el momento en sus teléfonos. En cuestión de minutos, el flash mob se volvió viral en redes sociales, acumulando millones de reproducciones y reacciones de fanáticos de Queen en todo el mundo.
Este homenaje callejero no solo rindió tributo a Freddie Mercury y a la banda británica, sino que también demostró el poder de la música para reunir a desconocidos y crear experiencias colectivas inolvidables. París, una vez más, se convirtió en el escenario perfecto para la celebración del arte y la cultura.
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